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Aunque la iglesia católica sostuvo por siglos, desde su Canon Episcopi del año 906, que creer en brujas constituía una herejía, en algo frecuente cuando se trata de creencias, tiempo después sostuvo lo contrario. La cacería de brujas en nombre de la fe se disparó a partir de la infame bula Summis Desiderantes Affectibus de Inocencio VIII, promulgada pocos meses después de hacerse elegir pontífice mediante la intriga y el soborno.
Nunca se sabrá cuantas mujeres fueron víctimas de esta bendita misoginia, pero se sabe que solo en Como, Lombardía, durante el año 1416 ardieron en la hoguera unas trescientas. En 1486 se sabe que fueron sesenta, en 1514 otras trescientas, y por varios años posteriores el promedio no bajó de cien por año.
En el año 1544 ardieron unas cincuenta y dos en Dinamarca, en tanto solo en Paris fueron quemadas cien entre los años 1565 y 1640. En Lorena, de 1576 a 1606 fueron alrededor de tres mil. Se conoce además que en Polonia, entre 1650 y 1700 ardieron unas diez mil.
Matthew Hopkins, cazador de brujas que descolló en la provincia inglesa de Suffolk, entre 1645 y 1647 ahorcó a noventa y ocho, en su mayoría mujeres jóvenes, después de torturarlas y violarlas. Por la misma época el gran inquisidor Baltasar Ross iba de pueblo en pueblo con un tribunal itinerante encendiendo hogueras con las brujas.
Las acusaciones más frecuentes eran el canibalismo, la bestialidad, el vuelo en escobas, la responsabilidad en la ruina de las cosechas. También eran culpables de los abortos de las mujeres y de la impotencia sexual de los hombres, de beber sangre de niños, participar de orgías y copular con Satanás en los aquelarres.
En Francia, Juana de Arco; acusada de brujería por oír angelicales voces en su cabeza, y tener visiones, supuestamente enviadas por el mismo Dios, o por algunas vírgenes o santos. Juana no fue solamente acusada de herejía, sino también de blasfemia (Por negar ser una bruja), y lesbianismo, ya que, estando presa en una torre en Ruán, los ingleses la despojaron de sus ropas, la violaron, y la obligaron a vestirse con una armadura de hombre.
A pesar del tiempo transcurrido desde aquellas oscuras épocas, ni la costumbre de cazar brujas, ni la misoginia, han dejado de ser un carácter resaltante en la personalidad de los miembros del clero católico. Un buen ejemplo de ello lo constituye el obispo-presidente del Paraguay Fernando Lugo, quien ha desatado una cacería de brujas contra la misma izquierda que lo impulsó políticamente, y se ha dedicado a insultar con gestos y alardes misóginos a las mismas mujeres a las que dio hijos que hoy se niega a reconocer.
ALARDE MISÓGINO
Mientras intelectuales en subasta como Atilio Borón cantan loas a un cura pederasta acusado de violador, éste sigue abusando de su poder para dar riendas sueltas a su misoginia.
No lo verán, por supuesto, aquellos que son financiados con cien mil dólares de Itaipú para realizar turismo y perorar en Paraguay.
Guardias del presidente Fernando Lugo impidieron ayer el acceso al local principal del Foro Social de las Américas a Damiana Hortensia Morán, madre de un hijo no reconocido por el cura, en momentos en que el mandatario se encontraba en el sitio.
Señaló que los guardias dijeron que le conocían y que solo cumplían "una orden superior", cuando fueron increpados por Hortensia por negarle el acceso al lugar de las conferencias.
La mujer, que sostiene una demanda de paternidad contra el jefe de Estado, relató que acudió al foro como invitada, en su calidad de docente.
Dijo que ingresó al recinto, acompañada de su hijo J. P. y que cuando los guardias presidenciales se percataron de su presencia, se acercaron en número de cinco o seis para vigilarla bien de cerca, pero sin molestarla.
Indicó que el niño tuvo necesidad de ir al baño, por lo que salió por unos minutos del local, y a su vuelta ya le impidieron el acceso.
Cuando insistió en volver al sitio que antes ocupó, los guardias del mandatario le dijeron que no podía hacerlo y que ellos solo cumplían órdenes de no dejarla ingresar al sitio.
Humillar a las mujeres con las cuales tiene familia, al parecer, es una constante en la conducta del cura Fernando Lugo.
Benigna Leguizamón, quien también había demandado al presidente Fernando Lugo por reconocimiento de paternidad, se quejó de haber sido maltratada en la Itaipú Binacional. Acusó al director administrativo del ente, Constancio Mendoza, de haberla insultado cuando fue a hablar con él para pedirle trabajo.
“Me recibió, pero me maltrató mucho”, refirió la mujer, madre de un niño de 7 años, cuyo padre irresponsable es el presidente Fernando Lugo.
BOCHORNO FEMINISTA
Todas estas actitudes discriminatorias se suceden mientras las feministas que participan del gobierno arzobispal asisten a foros internacionales y piden aumentos de presupuesto.
¿Puede una feminista apoyar a alguien que esclaviza sexualmente a sus empleaditas, que se aprovecha de su sotana -algo bien derechista- y de la gente ignorante, y después se desentiende de sus hijos prevaleciéndose de su poder?
Al parecer, así lo entiende la "feminista" Goria Rubin, antes estroni$ta, luego coloradi$ta y ahora lugui$ta. Para colmo, denunciada por los sandinistas como agente de la CIA.
Sucede que la ministra proviene del ambiente mediático, importante factor en el andamiaje del gobierno arzobispal. ¡Por Favor, no nos toquen la publicidad oficial de radio Ñandutí!
Tampoco es un tema que se aborda en los foros feministas que se paga con el dinero del pueblo paraguayo, donde las luminarias del feminismo subsididado analizan desde la perspectiva de género los avances del gobierno luguista en materia de derechos de la mujer.
CAZAS DE BRUJAS HOY
Según el manuel de los cazadores, las brujas debían encontrarse en aquelarres y por lo tanto una bruja debía conocer a otras. Así se alargaba siempre más la lista de sospechosas, ya que, bajo tortura, siempre se acusaba a más personas. El resultado eran procesos en cadena que podían prolongarse por décadas, tanto como hoy se prolonga la guerra civil entre el gobierno y la guerrilla colombiana.
Es que a pesar de lo que se piensa, las cazas de brujas todavía ocurren en la actualidad dentro del pánico moral y la persecución forma extremadamente sesgada e independiente de la inocencia o culpabilidad real.
En el caso del cura Fernando Lugo, la persecución alcanza a sus mismos aliados políticos de otrora, hoy enfrentados al rumbo perverso de su gobierno, cual ángeles expulsados del paraíso.
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