martes, 1 de septiembre de 2009

Fernando Lugo: De obispo a capo del contrabando


FERNANDO LUGO: DE OBISPO A CAPO DEL CONTRABANDO

LUIS AGÜERO WAGNER

Es célebre la historia teñida de negras leyendas que envuelve la memoria del arzobispo Paul Marcinkus, quien al convertirse en 1964 en guardaespaldas del papa Pablo VI se ganó el sobrenombre de El Gorila. Marcinkus se había acercado al Papa merced a la amistad que lo unió con el Padre Pasquale Macchi, secretario papal, proximidad que le valió para ser ascendido a obispo, y posteriormente ser ubicado como cabeza del Banco del Vaticano, a pesar de su nula preparación para el cargo.
La reputación de Marcinkus acabó emsombrecida severamente por las acusaciones de Michael Sindona, que le vinculaba al colapso en 1982 del Banco Ambrosiano. Fue Sindona, que era presidente de la Banca Privada y considerado próximo a los ambientes de la mafia, el que puso a las autoridades sobre su pista, al quebrar su entidad y acusar al arzobispo Marcinkus y a Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano y miembro de la logia masónica P2, de haberse involucrado con él en diversas operaciones consideradas de alto riesgo que precipitaron la quiebra en 1982 del Banco Ambrosiano.
Una historia paralela, la de las vinculaciones del obispo-presidente Fernando Lugo, -quien también acostumbra hacerse escoltar por “gorilas” cuya extracción y función se ignoran- con el coronel Benítez Liseras, condenado por tráfico y contrabando de cigarrillos en Argentina, todavía mantiene estupefacta a la ciudadanía paraguaya.
Los documentos revelan que el obispo Fernando Lugo conocía perfectamente los antecedentes delictivos del militar condenado por contrabando al que nombró jefe de Inteligencia.
El clérigo-presidente tenía conocimiento de los antecedentes y aceptó-como presidente de la república mediante un decreto- el reintegro del militar condenado a las Fuerzas Armadas.
De acuerdo con la Constitucion Nacional, Lugo es a la vez comandante en jefe y preside la Junta de Calificación de Servicios de Oficiales.
Fue esa junta la que solicitó el reintegro del polémico militar, a base de una manipulada resolución emanada por el Tribunal Militar de Primera Instancia.
El juez actuante, coronel Felipe Mercado, dejó constancia de su incompetencia en el tema de la sentencia nº 16 del Tribunal Oral FEDERAL argentino, que condenò por contrabando al militar a cuatro años.
Como para aumentar sospechas, al salir a luz el caso, Lugo en persona fue a visitar al militar para interiorizarse del caso, motivando al vice-presidente a afirmar que tiene que elegir entre se jefe del ejército o jefe del contrabando.

Benítez Liseras afirmó que a su llegada a Corrientes debió aterrizar por un fuerte temporal, sin embargo el Servicio Meteorológico Argentino aseguró que el 3 de julio el tiempo era óptimo para un vuelo.
"Además de la flagrante violación de una serie de leyes, el ahora millonario coronel de aviación Lorenzo Antonio Benítez Liseras –cobró alrededor de G. 140 millones en salarios caídos– mintió con la intención de zafarse de una condena mayor por contrabando" dice una crónica local sobre el traficante amigo del obispo.
Simultáneamente, no se ha visto mucho empeño en erradicar la corrupción sistemática desde el gobierno del clérigo-presidente, y la prueba es que apenas llegados al palacio, se desató una grave crisis en la petrolera estatal, que se manifestó con varias cabezas rodando, las de los funcionarios honestos, obviamente. Es que se debían precautelar a figuras ministeriales y amigos, abogados y financistas de Lugo. La moraleja para los demás entes públicos y ministerios contratistas, incluyendo aduanas y casinos, es que el “robo para la mitra” seguirá pagando muy bien. Y el gobierno de los “impolutos” que prometieron “el cambio” no tardará en superar los records de corrupción de administraciones pasadas.
En 1978, según algunas fuentes, el cardenal Marcinkus tenía motivos suficientes para participar en un complot para asesinar al Papa. Según informaciones, el Papa Luciani había decidido nombrar presidente del Banco del Vaticano a monseñor Abbo. Los movimientos de Marcinkus la noche en que se encontró el cadáver del Papa son muy sospechosos, ya que Marcinkus se encontraba en el Vaticano a las 6:45 del 29 de septiembre de 1978, no conociéndose que fuese un gran madrugador.
Volviendo a la historia paralela que se desarrolla en Paraguay, en los medios se difundió hace poco una sospechosa reunión de madrugada entre el clérigo-presidente y los ministros de la Corte Suprema de Justicia, con fines inconfesables, así como que el obispo Fernando Lugo realizaba frecuentes y misteriosas visitas nocturnas al coronel que manejaba la mafia del tráfico prohibido desde su alto puesto en la Fuerza Aérea.
Las motivaciones de Marcinkus para visitar al Papa la madrugada en que se hallaría su cadáver ya nunca podrán conocerse, dado que las llevó a la tumba, pero nuestro émulo sudamericano del banquero de Dios todavía está a tiempo para dar explicaciones satisfactorias. LAW

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