Por Luís Agüero Wagner.
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“Mantén cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos” es una célebre frase de Marlon Brando, caracterizando el papel del capo mafioso Vito Corleone en El Padrino, y pareciera ser tomada como lema por las actuales autoridades de Paraguay. Eso si dejamos de lado la realidad imposible de ignorar de que los integrantes del gobierno en este país sudamericano siempre se encuentran en el limbo entre el bien y el mal, donde es común encontrar juntos y revueltos a criminales y agentes del orden.
Cuando era alrededor de las 19:30 del lunes 17 una explosión sacudió la vivienda del comisario de la policía paraguaya Edgar Salcedo, y a causa del estallido fallecieron sus hijas Larisa Magalí (16) y Gianina (19). La madre de ambas jóvenes, Norma Pastor de Salcedo, fue llevada al Hospital del Quemado, donde tras permanecer en la sala de terapia intensiva algunas horas, también falleció.
Una opinión versada en el tema advirtió a través de los medios locales que para la explosión pudo utilizarse peróxido de acetona (TATP, por sus siglas en inglés) un explosivo muy utilizado por narcos y suicidas en Medio Oriente, conocido también con el nombre de Mother of Satan (Madre de Satán) debido a su alto poder destructivo, y por no dejar rastros visibles. La acetona es un producto que los narcotraficantes manipulan con frecuencia, y un episodio vinculado al tráfico de drogas había sido el preludio de la tragedia.
El comisario Salcedo y su hermano, el también comisario Ramón Salcedo, participaron activamente en la detección y el decomiso de un cargamento de cocaína proveniente de Bolivia, en el Chaco, en los días previos.
La operación se realizó al margen de la Secretaría Nacional Antidrogas, cuyos puestos de vigilancia sospechosamente no detectaron un camión que transportaba un voluminoso cargamento de más de 200 kilos de cocaína.
Aparentemente, el comisario Édgar Salcedo tuvo participación en la denuncia del cargamento, dado que su presencia en el operativo no correspondía por motivos jurisdiccionales, y su destino natural era Pedro Juan Caballero, distrito de Paraguay siempre vinculado con el narcotráfico. Sí era el área de jurisdicción de su hermano Ramón, asentado en el Chaco.
La historia creció en dramatismo cuando la abogada Teresa Escobar denunció amenazas telefónicas el sábado, ante una comisaría de su localidad, según informaron los medios esta semana. La denunciante era la esposa de Ramón Salcedo, hermano de Edgar Salcedo y también policía.
Según la denuncia, un hombre que se identificó "como un comisario fuera de servicio", le indicó que habían decomisado una carga que no debían (10 kilos de cocaína en el Chaco), y que lo pagarían con sus vidas, de acuerdo a la versión fiscal.
Posteriormente trascendió que la amenaza provino del mismo hermano del comandante de la Policía Nacional, Viviano Machado, Vidal Machado. Para mayor escándalo, la llamada fue realizada desde una línea perteneciente al mismo comandante de la policía, un hombre considerado como ficha política del actual gobierno encabezado por el clérigo-presidente Fernando Lugo.
De acuerdo a la denuncia, el hermano del comandante llamó desde el celular corporativo de la Policía Nacional, destinado al comandante, para recriminar a Salcedo que su personal estaba negociando con un cargamento de cocaína incautado.
Viviano Machado confirmó posteriormente que su hermano, Vidal Machado, fue el que realizó la llamada al comisario Salcedo, aunque negó las amenazas.
La policía ignoró todas las denuncias, algo comprensible en Paraguay cuando afecta al hermano de un alto jefe uniformado, y hombre de confianza del actual gobierno. El resultado fue una tragedia que costó la vida a las dos hijas y la esposa del comisario.
Episodios de este género no son nuevos en Paraguay, donde por lo general oficiales de la policía y el ejército, con la SENAD, la DINAR y la DEA norteamericana, coordinan sus tajadas con lo incautado.
La desaparición de parte del dinero de una transacción, sumado a los afanes de la DEA de constituir un poder paralelo en Paraguay con oficiales desvinculados de la SENAD, ya habían acabado con el asesinato del general paraguayo Rosa Rodríguez en las calles de Asunción, el 10 de octubre de 1994.
Lo nuevo del episodio es que se produzca bajo la batuta de los hombres escogidos por la mitra mesiánica para redimir al Paraguay, un digno cofrade de Paul Marcinkus, nuestro héroe Fernando Lugo.
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